El pasado 28 de julio falleció en Madrid a los 87 años el escultor e imaginero Faustino Sanz Herranz. Hasta ahora ha seguido tallando en su estudio, sito en la calle García de Paredes de Madrid.
Su inquietud artística se inició a los 12 años, en que dibuja y modela bajo la dirección de sus primeros maestros Manuel Trillo Torija y Bernabé de la Calle. Su trayectoria imaginera se sustenta e inspira en los escultores españoles del Siglo de Oro. Nombres como Alonso Berruguete, Gregorio Fernández o Juan Pascual de Mena pasean por su memoria al visitar su taller, repleto de virutas y tableros de madera con las efigies preparadas para cobrar vida en ritual compartido, por lo que fue denominado en alguna ocasión con el pretensioso y elogioso calificativo de “El último de nuestros imagineros”.
Formado en el oficio entre la técnica del taller imaginero y su afición por la talla en madera, compartió el oficio escultórico en principio con su hermano, el también imaginero Joaquín Sanz Herranz, regidor durante años del taller sito en la madrileña calle de Isla de Yeso en la barriada del Pilar, siendo autor, al igual que su hermano, de numerosas imágenes procesionales. En Madrid y por tierras manchegas se localiza buena parte de sus piezas escultóricas, destacando en la cripta catedralicia de la Almudena el mausoleo en mármol de Carrara de ocho figuras para Joaquín del Soto Hidalgo; el “Crucificado”, “San Carlos Borromeo” y “Purísima”, en madera, para el Hospital Clínico de San Carlos de Madrid; el titular de la parroquial de San Germán, o la “Virgen del Carmen” y el “Crucificado” para el templo del Espíritu Santo.
En su haber se cifran más de 2.500 obras, entre las que destacan las de carácter pasional y procesional. Quizás es uno de los artistas capaces de cumplir cualquier encargo imaginero, incluidos los que entrañan especial esfuerzo y tamaño, como se aprecia en el conjunto de trece tallas en madera vista que conforman el grupo de la Sagrada Cena ciudadrrealeña, el grandioso retablo para una iglesia americana a tono con la especial dimensión escultórica que excede de una sala de exposiciones y reclama la estancia templaria, propia del paso procesional o el oratorio.
Muchos fueron los encargos realizados desde Ciudad Real, entre los que descuellan el citado grupo pasional de la Santa Cena para la parroquial de San Pedro, en la que también dejó una imagen de la “Virgen de Loreto” en alabastro, o los relieves lígneos en la capilla penitencial de la catedral. En la localidad manchega de Daimiel es suyo el trono del Nazareno y los pasos procesionales de Jesús y las Santas Mujeres y de Jesús Caído, así como el monumento a Franco (piedra y bronce), el retablo mayor para las Mínimas y el de estilo gótico de Santa María la Mayor.
Asimismo le pertenecen un “San Antón” en Chillón y el retablo mayor de la parroquial de Villarrubia de los Ojos, al igual que los pasos de la Oración en el Huerto, la Piedad y el Crucificado. Por tierras manchegas destacan en Alcázar de San Juan el monumento a José Antonio y al Dr. Alberca Lorente; en Villanueva de los Infantes, las imágenes de “San Pedro” y “San Pablo” y el paso de la Flagelación, de tres imágenes y trono procesional; en Valdepeñas, la Dolorosa en el templo parroquial y la carroza-trono para el Cristo de la Misericordia; en Almodóvar del Campo, el “Crucificado” para la parroquial y diversas piezas para las clarisas; en Pedro Muñoz, un Jesús Nazareno; en Corral de Almaguer, los pasos del Beso de Judas y de Jesús Caído y el “Crucificado” para su parroquial; en Villanueva de Alcardete (Toledo), la Purísima y Nazareno; en Honrubia (Cuenca), el paso de Las Angustias; en Azuqueca de Henares (Guadalajara), una Dolorosa y en Los Yébenes (Toledo), el grupo de “San Camilo” y la Piedad, los “Sagrados Corazones de Jesús y María”, la “Virgen del Rosario” para la parroquial de San Juan Bautista y el Monumento al Gavilán (de bronce) en una finca, además de la talla patronal de Nuestra Señora de Finibusterre; y en Sonseca (Toledo), la “Virgen del Rosario” para su parroquial.
En el capítulo específicamente procesional figuran las carrozas con veinte relieves tallados en nogal para la “Virgen del Rosario” de Alarcón y para la patrona de Alcobendas (Madrid), la “Virgen de la Paz” o el trono para el “Crucificado” de Campo Real (Madrid), además de la “Milagrosa” para las Hijas de María de la calle de Gaztambide y la estatua del “Beato Orozco”, en piedra, para las religiosas agustinas de la madrileña calle de la Granja. Realizó diversas copias para talleres imagineros como el Medinaceli con destino a Hellín, referencia de otras tantas piezas dispersas por tierras manchegas .
En Luarca (Asturias) son suyos los pasos de Jesús y la Borriquilla, la Piedad, el Nazareno y la Verónica; en Barco de Ávila (Ávila), “San Martín y el Pobre”; y en Herrera de Pisuerga (Palencia), el paso del Calvario. De su autoría son también algunas tallas para Puerto Rico, Carolina del Norte, Chicago, California e Hispanoamérica en países como Perú, Venezuela, Panamá o Chile.
En su obra imaginera resaltan:
1953: Elevación de la Cruz, Totana (Murcia).
1964: Última Cena, Iglesia de Santiago, Ciudad Real.
1967: Niño Jesús, Cofradía de Jesús Nazareno, Daimiel (Ciudad Real).
1973: Cireneo y trono, Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Daimiel (Ciudad Real).
1973: Jesús y las Santas Mujeres, Daimiel (Ciudad Real).
1983: Piedad, Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real).
1984: Cristo de la Expiración, Daimiel (Ciudad Real).
1991: Medinaceli, Iglesia de Montesión, Palma de Mallorca.
Información extraida del Libro “Imagineros de Madrid”.Descanse en Paz.
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