lunes, 10 de enero de 2011

Dossier de Prensa. La Rioja, Tierra Abierta. 4ª Edición. Alfaro de Marzo a Noviembre de 2011. 1ª Parte

¿Por qué el Barroco?

La Colegiata de San Miguel de Alfaro albergará durante el año 2011 una nueva edición de La Rioja Tierra Abierta, un evento organizado por el Gobierno de La Rioja y la Fundación Caja Rioja.

La Colegiata de San Miguel, emblema del barroco riojano desde hace tres siglos, protagoniza La Fiesta Barroca. De esta forma, Alfaro se une a las localidades de Calahorra, Nájera, Logroño y Santo Domingo de la Calzada, todas ellas sedes de La Rioja Tierra Abierta, un evento que pretende poner en valor el patrimonio histórico y artístico de nuestra Comunidad Autónoma.

Este espacio religioso recién recuperado se convertirá, con motivo de la muestra, en el protagonista de la vida alfareña, como sucede desde que la Colegiata se erigiese en el siglo XVII. El edificio, símbolo y emblema de la ciudad, fue concebido para albergar las mayores manifestaciones religiosas de la localidad, así como para presidir los más importantes actos públicos. Además, en su tejado habita la mayor colonia de cigüeña blanca de Europa.

La reinauguración de la Colegiata merece un acontecimiento singular. Y qué mejor que relacionarlo con el concepto espectacular, dinámico, participativo que la vio nacer, con ese espíritu barroco de la celebración, de la exposición pública, del espectáculo, de la fiesta. Así pues, La Rioja Tierra Abierta, Alfaro 2011, se centrará en La Fiesta Barroca.

Alfaro en la historia...

Alfaro, clavis Castellae (Alfaro, llave de Castilla)

Resulta imposible hacer un bosquejo tan siquiera breve del acontecer histórico de la ciudad de Alfaro. Su historia es larga y rica en acontecimientos. Situada en el Valle del Ebro, en las fronteras casi tradicionales de los Reinos de Navarra y Castilla, y rozando el de Aragón, sus tierras fueron, invadidas y ensangrentadas en muchas ocasiones; brillando siempre el valor de sus hombres y su única fallida lealtad. Celebró unas veces la victoria y sufrió otras la derrota, pero salvó siempre su honor.

El origen de Alfaro se pierde en la lejanía de los tiempos. Antes de llegar Roma ya existía un poblado ibérico llamado Ilurcis. Con la dominación romana, el general Tiberio Sempronio Graco (año 179 a.C.) funda sobre este poblado una ciudad y cambia su nombre por el de Graccurris. Tenía por este motivo, una doble población: la indígena originaria de la antigua llurcis, y la romana de los colonos asentados en ella. Localizada a dos kilómetros de la actual población, Graccurris formó parte del Convento Jurídico César Augustano. En tiempos de Tiberio, sus monedas indican que tuvo condición de municipio.

Esta ciudad romana debió desaparecer hacia el siglo V d.C., ya que en el siglo VII no aparece en la carta del Papa Hilario, que hace una relación de las ciudades de esta región. Con posterioridad, y ya en lo sucesivo, se llamará Alfaro. Sobre el nombre de Alfaro hay numerosas hipótesis. La más aceptada explica que viene de Faro, por la existencia de un castillo o atalaya desde la cual, con fuegos y ahumadas, se daba aviso a la frontera de la proximidad del enemigo.

Durante la ocupación musulmana, Alfaro fue, junto con Cervera, la población riojana durante más tiempo sometida al dominio musulmán. En la historia del Cid se menciona a Alfaro en dos ocasiones, con motivo de su entrada en La Rioja desde Zaragoza en 1094. Tras la reconquista de esta comarca (en 1118, Zaragoza, y Tudela y Tarazona en 1119), el rey Alfonso I El Batallador de Aragón y Navarra repartió el riego del río Alhama (1125), otorgando a los de Alfaro dos días con sus noches. Entre los testigos que firman los fueros dados por este mismo rey figura senior Lope Enechez in Borobia et Alfaro. En el orden político, el esplendor de la ciudad se produce durante el reinado del monarca Alfonso VIl, que aparte de colmarla de dones y privilegios (entre ellos, numerosos comunales y tierras realengas), le concede el título de noble. Privilegios, que en menor medida, le sigue concediendo Alfonso VIII.

En el año 1253, el rey Alfonso X El Sabio estuvo en Alfaro y concedió a las iglesias de la villa el privilegio de liberar a los abades y prebendados de la obligación de pagar moneda. Asimismo, eximió a la ciudad de pagar varios impuestos, entre ellos los pechos, pedidos, etc. Posteriormente, en el siglo XV, el rey Juan II concedió a la villa el privilegio de poder extraer sal de Navarra y venderla libremente. Este mismo rey castellano otorgó en 1424 a la villa la merced de no poder ser enajenada ni separada de la corona. Hacia 1429, el príncipe Gascón de Foix, casado con Leonor, hija del rey de Aragón y Navarra Juan II, puso cerco a la villa, que quería anexionar a Navarra. La resistencia de los alfareños y la pérdida de Corella obligaron al conde a levantar el asedio.

Enrique IV le concedió a Alfaro el título de Leal. El rango y categoría de ciudad le fue dispensado por Felipe IV en 1629. Durante los siglos XVII y XVIII gozó de una gran prosperidad, que se reflejó en Alfaro con casas de numerosas familias ilustres (Quintana, Valles, Hurtado de Mendoza, González de Santa Cruz, Frías de Salazar, López de Montenegro, Garcés del Cero, Echagüe...)

Hasta la creación de la provincia de Logroño, por Real Decreto de 1833, Alfaro formó parte de la provincia de Soria. En el Censo de población de la corona de Castilla del siglo XVI, fi gura con 1.400 vecinos (7.000 almas).

En el Diccionario Geográfico publicado en Barcelona en 1830, registra 1.410 vecinos (7.050 habitantes). En el censo de la provincia de Logroño de 1840 aparece con 989 vecinos (4.956 almas). En el año 1970 el censo registra una población de 8.529 habitantes y en 1986, 9.160. En su época de mayor auge se sabe que la ciudad de Alfaro llegó a contar con 14.000 vecinos.

Lugar de Cortes, residencia de Reyes y Nobles, bien cantan los nombres de sus calles sus efemérides gloriosas: calle de Cuatro Reyes, calle de Ciego de Rey, calle de Don Diego López de Haro, calle de las Cortes de Alfaro...

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